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La delincuencia, un problema de todos, beneficio de pocos

 Desde el comienzo del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, algo que nadie se había atrevido a hacer comenzaba, una batalla en contra de las asociaciones delictivas que corrompen día a día nuestro país, nuestras vidas, nuestra tranquilidad, nuestras comunidades.

 Si bien esto proviene desde muy arriba las personas de abajo también tenemos nuestra dosis de culpa en el problema cuando vemos que un padre de familia golpea a su esposa y los dejamos arreglar sus problemas, ya que al fin es cosa de ellos, cada vez que en la escuela permitimos el abuso a uno de nuestros compañeros, o cada vez que pensamos que todo estaría mejor sin Calderón al mando.
Mucha culpa tenemos los estudiantes que en vez de entrar a clase, nos vamos a un bar a tomar, a fumar, o a “divertirnos”, dándole oportunidad a las personas que se dedican a introducir a jóvenes a la distribución de estupefacientes.
Cuando un padre de familia otorga todos los permisos y comodidades a sus hijos, o peor aún no impone su autoridad como tal, y el hijo hace lo que le viene en gana.
A sí es señores, es hora de dejar de llorar y culpar a nuestros semejantes de la situación de nuestro país, cuando también somos socios de todos esos cárteles, de toda esa corrupción, porque en vez de pagar una multa elegimos pagar una mordida, porque cuando los desastres naturales golpean nuestras localidades, robamos lo poco que le queda al prójimo, sin siquiera pensar que algún día nosotros estaremos en una situación similar.                                                                                           
Es hora de dejar de culpar a Dios por nuestros actos, porque no veremos bajar del cielo un ángel o una paloma que solucione nuestros problemas, la oración es buena pero los actos son mejores.
Porque exigimos que se termine la violencia, pero no pensamos siquiera en que siempre ha existido violencia y nunca se detendrá, sin embargo podemos dosificarla, porque  la violencia siempre ha existido y seguirá existiendo, porque somos humanos, y también disfrutamos esa violencia, en el boxeo, en la lucha libre, en las peleas de perros, en las corridas de toros.
Y como todo exigimos, pero la mayoría no pone de su parte, porque así somos, a sí me educaron, así es mi compadre, PORQUE ASI ES MÉXICO.